martes, noviembre 1

Yankee Spirit I: Manhattan Transfer


La autoproclamada capital del mundo tendrá siempre, como un Cesar de Roma que además era “Tribuno del Pueblo”, “Gran Pontífice” y así hasta “Augusto” (es decir divino), varios roles. O así lo creen allá, donde los pendones verticales evocan ese mismo humo blanco que emerge del subsuelo (del “subway”, literalmente) y cantan uno por uno las funciones varias de una “capital del mundo”: “Financial Capital of the World”, “Fashion”, “Business”, “Real Estate”. Y claro, todo eso es muy glamoroso. Ser mejor que Londres, que París o Milán o Shangai. Pero antes que nada, Nueva York es el epítome de la libertad. Para empezar, es la ciudad que más brilla sobre esa colina inmensa que son los Estados Unidos, a la manera de esa “city on the hill” que pensaban fundar los primeros protestantes y que simbolizaba una esperanza para el mundo, un faro de la humanidad. La Estatua de la Libertad ciertamente nos recuerda esa metáfora como ninguna otra, pero es en el hervidero de la ciudad donde se produce lo más estimable de esa sociedad: el sentimiento de que todo es permitido se palpa en Nueva York. Inmensos desfiles por la 5ta Avenida un sábado común y corriente reúnen a partidarios del Alcalde Bloomberg, que está en plena campaña de reelección y marcha junto a sindicatos de apoyo casi como si un pastor guiara sus ovejas hacia la inmensa verdura de Central Park, y a varias de las comunidades representadas en ese crisol de la diversidad que es Big Apple. Latinos ebrios de folklor, Judíos ortodoxos, Irlandeses en bicicleta y un trailer de Ucranianos patrocinando el lanzamiento de una nueva marca de Vodka siguen al mencionado “rebaño político” sin aparente filiación partidista. Casi al tiempo, se abre la Cumbre Mundial de la ONU en su 60º Aniversario y manifestantes pro-democráticos chinos (no neoyorquinos, como suelen ser esas marchas parisinas en favor de Palestina pero hechas por franceses: chinos), manifestantes chinos, digo, alzan la voz enfrente del Waldorf-Astoria, donde se hospeda la delegación de la República Popular. Ese es el poder de la libertad en su vector más básico: la posibilidad de la expresión.
Pero más allá de que esto pueda ser igualmente cierto en cualquier capital europea, en Nueva York este poder se ve magnificado, porque la ciudad es la prueba de la construcción permanente. Allá, pareciera, sólo existe el futuro. Quiero decir, las ideas que se promueven, que se ensayan, son pensadas para el avance. No es ese debate permanente y al fin de cuentas infructuoso de la Europa actual, que al decir de The Economist se parece cada vez más a un coro inerme de tragedia griega antigua. Es la ciudad de la acción. Allá se prueba, se fracasa, se reintenta. El sentimiento se percibe en la vitalidad contagiosa de sus habitantes y sus calles, esa selva protegida por titanes de vidrio y metal. Así como está permitido expresarse, es casi un deber progresar, mostrar pruebas, hechos concretos. Por eso se critica ahora la lentitud con que avanza la reconstrucción en “Ground Zero” y más allá del debate político los neoyorquinos reclaman el símbolo físico, fruto de 4 años de orgullo y unión.
De Nueva York, en fin de cuentas, es imposible no enamorarse. Esa fuente perpetua de emociones que le brinda la ciudad al visitante le devuelve su inocencia por ráfagas, y el sentimiento se asemeja al descubrimiento permanente de que se está vivo. Realizado por sentirse un miembro de éste enorme cuerpo social, es preciso cantar el coro aquél del poema definitorio de la ciudad que es “City of Blinding Lights”: “Oh, you look so beautiful tonight”.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

ME PARECE UNA DESCRIPCION EMOTIVA Y EXCELENTE QUE RESUME LO MAGNIFICO DE ESTA CIUDAD. PERO TAMBIEN HAY Q RECORDAR QUE NO ES DEL TODO LA CIUDAD MODELO Y HAY QUE PROFUNDIZAR MAS EN SUS ENTRAÑAS Y NO DEJARNOS MAGNIFICAR POR SU BELLA PIEL.

Anónimo dijo...

ME PARECE UNA DESCRIPCION EMOTIVA Y EXCELENTE QUE RESUME LO MAGNIFICO DE ESTA CIUDAD. PERO TAMBIEN HAY Q RECORDAR QUE NO ES DEL TODO LA CIUDAD MODELO Y HAY QUE PROFUNDIZAR MAS EN SUS ENTRAÑAS Y NO DEJARNOS MAGNIFICAR POR SU BELLA PIEL.

El Incendiario dijo...

Paca,
Gracias por su aporte.
Si algo define a Nueva York es la capacidad para que, en esa idea de polis que representa, quepa todo: de lo más grandioso a lo más miserable, de lo ejemplar a lo condenable.
La visión es de alguien que conoce la ciudad en varias de sus facetas, pero que quería destacar lo más admirable de ella.
De nuevo gracias y siga comentando!